¿Sobre el cadáver de Nayibe?

¿Sobre el cadáver de Nayibe?

El 3 de marzo pasado, en una entrevista con la emisora W Radio, que es de lejos uno de los medios que más eco y apoyo le ha dado, la alcaldesa Claudia Nayibe López desestimó la magnitud del coronavirus. En sus propias palabras, “lo que tenemos es una epidemia del miedo que va a terminar por colapsar los sistemas de salud”.

Haciendo una tremebunda exhibición de ignorancia frente a la letalidad del COVID-19, aseguró que “tener gripa no es tener coronavirus, tener coronavirus no es estar en peligro de muerte”.

Las cifras y los hechos se han encargado de desmentir a la agresiva alcaldesa de la capital colombiana. El día de esa entrevista -3 de marzo-, había 93 mil casos en todo el planeta. Una semana después, cuando la Organización Mundial de la Salud decretó la pandemia, había más de 130 mil casos. Y un mes y medio más tarde, el número de contagios estaba por encima de los 2.5 millones, con más de 160 mil muertos.

Sí señora López: el coronavirus sí es una amenaza contra la vida.

Con el paso del tiempo, la alcaldesa, que es una campeona cuando de acomodarse y cambiar de opinión se trata, ha ido modificando su criterio, anteponiendo agenda política personal a los intereses superiores de los bogotanos.

Por eso, no dudó en enviar mensajes de texto anunciando el giro de apoyos económicos, haciéndoles creer a los beneficiarios que aquello era una donación a título personal. Eso, mírese por donde se quiera mirarse, se llama politiquería.

Los alcaldes son la autoridad administrativa de una ciudad, pero su poder es limitado. Ellos no pueden ir en contravía de los lineamientos del gobierno nacional y, por supuesto, no gozan de licencia para extralimitar sus competencias.

Los alcaldes son fundamentales para la correcta aplicación de las medidas adoptadas por el gobierno nacional, pero sin abrogarse funciones que no les corresponden.

El temperamento alevoso y altanero de Claudia Nayibe López es el reflejo de su talante autoritario e irrespetuoso frente al ordenamiento legal. Abundan los ejemplos de sus declaraciones que denotan su total desprecio por las normas.

En reciente entrevista radial, la López se refirió a las acciones emprendidas por la alcaldía para atender la crisis del coronavirus y aprovechó el espacio para amenazar inaceptablemente al gobierno nacional, al decir que no va a permitir la reapertura del aeropuerto El Dorado.

Es innegable que el virus llegó a Colombia a través de las terminales aereas. Aquello sucedió en todo el planeta. Pero la decisión de cerrar El Dorado fue tomada por el gobierno nacional y la reapertura se dará cuando el Ejecutivo lo considere, gústele o no a López.

Es evidente que el presidente Duque no va a cometer ninguna irresponsabilidad, entonces la amenaza canalla de Claudia Nayibe sobraba. Eso de que “sobre mi cuerpo muerto me vuelven a reabrir el aeropuerto el 27 de abril”, es una frase fantoche, populista, pendenciera y descomedida.

La alcaldesa debe entender que el aeropuerto se abrirá cuando existan las condiciones objetivas para hacerlo y no con fundamento en sus reacciones emocionales.

Otra salida en falso de la gobernante capitalina tuvo que ver con los puentes festivos. Como es sabido, los feriados religiosos fueron trasladados para los días lunes, a través de la célebre Ley Emiliani -Ley 51 de 1983-. Gracias a esa norma, que es un importante estímulo para el turismo, existen los fines de semana largos y debidamente remunerados.

En palabras de Claudia López, para los bogotanos “no habrá puentes el resto del año”. Ella no puede impedir la locomoción de los habitantes de la capital colombiana, ni mucho menos derogar una ley de la República.

Es cierto que por prudencia, y mientras no se controle la expansión de la pandemia, las personas deben abstenerse de viajar. Pero, mientras esté vigente la ley que fija algunos lunes como fiesta religiosa, esta debe ser acatada. No hacerlo, significa prevaricato.  

Que la sed de figuración no siga obnubilando a la alcaldesa de Bogotá. Ella, en vez de hacer estropicios, de lanzar amenazas y plantear tantos desafíos al presidente de la República, debería tomar un tranquilizante y dedicarse a cumplir las funciones inherentes al cargo para el que fue elegida.

@IrreverentesCol

Publicado: abril 21 de 2020

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