Silencio cómplice

Silencio cómplice

No me asombra el silencio cómplice de algunos periodistas en Colombia, porque lo más seguro es que estén cooptados. En Colombia casi todos tienen un precio. Me asombra el silencio de los intelectuales colombianos ante el viraje que está tomando el Estado después que el proceso de paz de Santos ha ido empoderando a la izquierda. 

No porque tenga temor a un gobierno de ese talante, si no que a lo largo de la historia, se ha demostrado que son regímenes donde una elite esclaviza al resto de los ciudadanos, y acaban siendo sistemáticamente  más corruptos que los llamados de derecha, convirtiéndose por su posición totalitaria en violadores de los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Lo estamos viendo en Venezuela, como un “deja vù”, lo  vemos con tristeza en Cuba, lo vimos en Berlín cuando decidió tumbar el “muro” por su ineficacia, Rusia que lo sacó de su memoria colectiva. 

En Colombia ser de izquierda es equivalente a ser intelectual, e incluso miran con  cierto desdén a los que no lo son. Es posible que en los pensadores de izquierda exista una enajenación, ante la imposibilidad de no poder sacar adelante sus proyectos. Y se declaran como tal, como si guardaran un profundo resentimiento hacia el Capital. Como si les molestara el éxito de los hombres de negocio en una economía de mercado. El poeta Gómez Jattin decía que él miraba de perfil el dinero pero no lo despreciaba. 

El marxismo ha utilizado a estos intelectuales, como publicistas de sus teorías. Y hasta han logrado posicionar la palabra capital como sinónimo de injusticia. En algunos casos para ufanarse del sistema, ponen como gran ejemplo, el excelente nivel de la educación pública en los países nórdicos (que no son marxistas), sin saber que estos están regidos por la más pura economía de mercado. Porque lo que hace el Estado, es asignar un capital para cada alumno, y este escoge el colegio de su preferencia, de acuerdo a la calidad de la institución. Es decir los colegios públicos se disputan los alumnos y lo hacen brindando una mejor calidad educativa en su plantel. 

Se podría decir que la economía de mercado es inherente al ser humano. Pero los intelectuales la detestan, porque consideran que producir ideas y palabras es lo más valioso de la sociedad, y que no se le recompensa como tal. 

Platón decía que los gobiernos deben estar dirigidos por filósofos  y poetas, y en algún momento así fue en Colombia, constituyéndose esto en un error que ha traído gran atraso, mientras en otros países, hoy desarrollados, sus gobernantes eran industriales y hombres de negocios. 

Los filósofos y los poetas en Colombia son muy mal recompensados, por lo tanto caen en estado de rebeldía, virándose hacia la izquierda. Estos intelectuales que hoy callan lo que sucede en Colombia, algún día tendrán que justiciar su silencio cómplice.

@GabrielTorices

Publicado: agosto 20 de 2020

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