Francisco José Tamayo Collins: Santos, ¿incapacitado para ejercer el poder?

Francisco José Tamayo Collins: Santos, ¿incapacitado para ejercer el poder?

Gracias a su disciplina como juicioso estudiante -ese que miraba con ojos de serpiente a sus profesores, cuando se sentaba en primera fila, como alguna vez recordó Carlos Fuentes-, Juan Manuel Santos maneja un inglés excelente y brilla por sus conocimientos económicos, por lo menos en el papel. Su hoja de vida académica está llena de merecimientos, sin duda.

De su cuenta bancaria y sus propiedades en el extranjero tampoco hay temor a equivocaciones: el primer mandatario de los colombianos es un millonario en todo el sentido de la palabra, que ha sabido invertir el dinero recibido como funcionario público a lo largo de una larga carrera. (¿No es demasiado? ¿Tanto gana un presidente?)

Sin embargo, a pesar de reconocer dichas realidades, nos preguntamos si este cachaco de tan regio abolengo está realmente capacitado, en términos psicológicos, para culminar su periodo presidencial.

La inquietud nos surge después de cotejar los hechos cumplidos, que se oponen a las promesas que el presidente ha expresado públicamente en los últimos 5 años. La cronología de engaños y falsedades es asombrosa, lo cual nos indica que estamos ante un individuo que ha hecho de la mentira su más afilada arma política.

Según la definición de la RAE, la mitomanía es la “tendencia o inclinación patológica a fabular o transformar la realidad al explicar o narrar un hecho”; más adelante, en la misma definición, leemos: «el enfermo de mitomanía puede llegar a identificarse con personajes famosos de la historia y creerse uno de ellos»

Así las cosas, y siendo testigos de la última gira presidencial por el extranjero, con costos descaradamente altos, nos preguntamos a quién quiere parecerse el señor Santos: ¿Tal vez a Mandela? ¿A su “amigo-jefe” Tony Blair? ¿Qué tal Gandhi? Porque lo único que tenemos claro es que no quiere parecerse a ninguno de los líderes colombianos que a lo largo de los años, a pesar de las debilidades de nuestro pueblo, al menos se esforzaron en tratar de entender los motivos y las causas de su complejo comportamiento.

Esta dolorosa realidad, nos lleva a preguntarnos por la salud mental de un hombre que ha hecho todo lo posible por acabar con el futuro de Colombia, a pesar de sus esfuerzos por querer imponer, a punta de mermelada y cortinas de humo, una idea totalmente diferente.

¿Realmente está bien de la cabeza un presidente que no se inmuta ante el crecimiento desproporcionado de la siembra de cultivos de coca, y le importa muy poco que la juventud de su país avance a pasos agigantados hacia las penurias del consumo masivo de drogas?

¿El presidente de la República es consciente de los costos sociales que implica el hecho de tener hoy redes de microtráfico tan sólidamente organizadas en las principales ciudades del país, mientras de forma descarada impulsa la legalización de la “marihuana medicinal” en el Congreso?

¿Por qué el señor Santos guarda silencio ante injusticias tan graves,  como son los beneficios que han recibido los cabecillas de las Farc, con sueldos y prebendas desproporcionados, mientras que el 90% de la población colombiana no sabe cómo va a terminar su mes económicamente hablando?

¿Qué podemos decir cuando el presidente dice que su gobierno ha luchado contra la corrupción, cuando las evidencias muestran todo lo contrario? El asunto es serio, queridos lectores. Es pertinente pensar, observando las dimensiones de las funestas consecuencias de algunos actos del gobierno, que las “contradicciones” del jefe del Estado pueden tener un origen patológico. Y esa es cuestión que merece ser examinada con ojo clínico.

Con todo respeto: La corrupción, “solterita y a la orden”, no puede constituirse en el tema principal de la campaña que viviremos en el 2018. Para ser exactos, debemos unir a semejante problema, el narcotráfico que tanto le duele a quienes hoy defienden la “Paz” del narco-comunismo.

La comunidad europea, con sus últimas decisiones respecto a las Farc,  desconoce los valores esenciales del legado brillante que ha recibido como continente, a los largo de los últimos 3000 años.

@tamayocollins

Publicado: noviembre 15 de 2017