Gabriel Rodríguez: ¿Qué se puede esperar?

“Por sus obras los conoceréis”, dice San Lucas. “Dime con quien andas y te diré quién eres”, reza el refrán popular.

¿Qué de bueno se puede esperar entonces del Acuerdo de La Habana, que ha sido apadrinado por Cuba?  Tal vez el país más violador de los derechos humanos. Con una economía fracasada y con unos indicadores de felicidad preocupantemente negativos. ¿Qué se puede esperar de un acuerdo cuyo padrino es Fidel Castro? Un dictador que ha violado todos los derechos civiles del pueblo cubano. ¿Qué se puede esperar de un patrocinador que nunca permitió a su pueblo tener otro partido político diferente al de su régimen? ¿Qué se puede esperar de un tutor que no permitió jamás la libertad de expresión, clausurando los medios de comunicación de sus opositores, a los que llegó a asesinar sin contemplación alguna, en más de 10.000 casos según las ONGs de derechos humanos? ¿Qué se pude esperar de un mecenas que nunca permitió hacer elecciones libres en casi 60 años? ¿Qué se puede esperar de un líder que produce el destierro de más de 2 millones de cubanos? ¿Qué se puede esperar de Fidel que hizo del miedo una política de estado y del odio una obligación revolucionaria? ¿Qué se puede esperar de un testigo con ese talante?  Nada bueno, solo miseria.

No es necesario adentrase en el desastroso perfil sicológico de Fidel, un hombre con un cociente intelectual alto, pero que tuvo una infancia y una juventud dramática por el olvido al que fue sometido por su padre, Ángel Castro Argiz, conjuntamente con sus hermanos y su madre, que era la empleada del servicio doméstico. Los cuales puso a vivir en la parte de atrás de la granja, ya que tenía su matrimonio vigente con su legítima esposa, la maestra María Luisa Argota, y a los que tuvo que desterrar de la granja y mandar a vivir escondidos en la casa de un amigo suyo.

Fidel Castro Ruz solo pudo tener un nombre y un apellido hasta los 17 años porque antes solo tenía el de su madre, situación que generó el matoneo constante de sus amigos del colegio. Fidel jamás perdonó y pudo superar esa circunstancia y vivió siempre con ese odio enconado hacia los ricos, a pesar que vivió como un emperador en su casa de más de 20 hectáreas llena de jardines monárquicos. Fidel no hizo otra cosa con su pueblo que replicar lo que su padre hizo con ellos.

Siempre he pensado que el Marxismo es una enajenación de la mente, una perturbación que conduce a sus seguidores a un estado de rebeldía. El marxista no es más que un fracasado que ante la inminencia de su frustración quiere que todos se le unan.

¿Qué de bueno entonces se puede esperar de un acuerdo que ha sido diseñado por marxistas? ¿Qué de bueno se puede esperar de un árbol seco? “¿Acaso se recogen uvas de los espinos?”  ¿Puede el árbol malo dar frutos buenos?” ¿Qué se podría esperar de un Acuerdo que ha sido apadrinado por Fidel Castro?  ¡Nada bueno!

@rodrigueztorice