Por un pacto político y social

El nuevo Presidente, Iván Duque Márquez, refresca la política y el liderazgo de la nación. Marcando el amplio territorio de Colombia con su presencia acompañada del equipo del gabinete ministerial, aprenden la lección de estar más al lado del alpargate que de los zapatos acharolados de los diplomáticos con sede en Bogotá. En lugares peligrosos donde pueden salir los dueños del plomo recalzado, en sitios simbólicos donde se prolonga la soberanía del mar territorial o en los puntos sentidos por los habitantes golpeados por las inundaciones o los derrumbes,  por clamores dolorosos de venezolanos que huyen de las balas y el hambre maduristas. No hace alardes viajeros para ganarse premios preparados, sino para usar la mirada del gobernante que actúa en flagrancia positiva, en tiempo real.

Una propuesta en marcha ha calentado el debate y, ante todo, la capacidad de compromiso de los dirigentes políticos. Un acuerdo de intención de todos los partidos con representación en el Congreso, apunta al objetivo de trabajar y echar a andar los proyectos legislativos que afecten las distintas formas de corrupción, fue el resultado de un llamado presidencial que luego se concretó en una reunión en casa presidencial. Este hecho político es un buen logro porque destapa la oscuridad o la claridad de los movimientos y partidos que en Senado y Cámara contestan a lista. Allí desembocan tres posturas: la buena fe para mejorar el país,  la marrulla para obtener gabelas por “extorsión” o presión all gobierno o las colectividades izquierdo-populistas que se oponen a Duque, a sus aliados y a su gobierno “porque sí”, es decir, porque son maximalistas y pretenden “todo el poder para los soviets”.

Al revolver el Presidente Duque la paila de los deseos, se pudo esclarecer el fango y la arena que había en el fondo. No se necesita estar en el tablado para adivinar el susto. Urgió, entonces, quitarse las caretas o confirmar el insípido trago de quienes no ven futuro, sino en sus ombligos. Aparecieron las siguientes categorías: Partidos de Gobierno (Centro Democrático, P. Conservador, P. de la U, Mira, Asi, Colombia Justa y Libres).- Partidos Independientes (Cambio Radical y P. Liberal) y Partidos opositores (Alianza Verde, Polo, Farc, Decentes, UP, Mais e Indígenas). Notorio: ASI, Alianza Social Independiente, partido que avaló a Gustavo Petro para las presidenciales, dio el paso que se esperaba de una organización con 27 años de existencia: tomó el camino de revisar su política y apoyó al presidente Duque.

Sin embargo, los colombianos deberíamos ir más allá de los acuerdos partidistas y armar un Pacto Social y Político estable, a plazos mayores que la coyuntura. Un Pacto Social abre puerta a compromisos  con la organizaciones gremiales, el empresariado de las áreas financiera, comercial, servicios, rural, ganaderos, pymes, sindicatos, universidades (con su fuerza tecnológica y científica), minería, transporte, etc. 

Un Pacto Político y Social le  daría a la política ramplona y clientelista, razones y proyectos pragmáticos, con condimentos de prioridades y ajustes éticos y competitivos, que se eche al hombro el Plan de Desarrollo. Un Pacto por una Colombia real,  de carne, hueso y alma patriótica, no un  eslogan electoral o turístico. Un Pacto que fortalezca a un Estado democrático, solidario, anclado a las libertades ciudadanas, que a la vez nos proteja de las amenazas externas, ya sean promovidas por “El Señor de los Anillos” o por Los Anillos del Señor. El modelo de Pacto nacional bien puede operar en las regiones, puesto que son comunidades con más transparencia y urgencia de desarrollo y convivencia.

Jaime Jaramillo Panesso

Publicado: septiembre 11 de 2018