La eutanasia conservadora: morir indignamente

La eutanasia conservadora: morir indignamente

Análisis de José Miguel Santamaría Rafael Gómez Martínez

La principal característica del Partido Conservador ha sido la de ser protagonista de la vida política colombiana. No en vano, su historia, sus hombres, han sido parte del desarrollo político, económico y social de Colombia desde su fundación.

Desde Antonio Nariño, Simón Bolívar, Jose M. Ortega, José Ignacio de Márquez, José Eusebio Caro, Mariano Ospina Rodríguez hasta el Mariano Ospina Pérez, Laureano Gomez Castro, Guillermo León Valencia, Misael Pastrana Borrero, Belisario Betancur Cuartas y Andrés Pastrana Arango, el Partido Conservador siempre ha contado con una vocación de poder para alcanzar la magna asignatura de la Presidencia de la República.

Sin embargo, durante el transcurso del siglo XXI, se presenta una profunda crisis institucional no solamente doctrinaria, sino estructural.

¿Por qué el Partido Conservador llegó al poder en el siglo XX?Cuando se estudia la historia es fácil darse cuenta que todo cuanto ocurre en la hora presente tiene su origen en un época pasada. De ahí, la importancia y trascendencia de esta asignatura en la formación y preparación de las nuevas promociones de ciudadanos. (Barón Ortega 1999).

Precisamente, al hacer un ejercicio sobre la fecha fundacional del Partido Conservador colombiano, 4 de octubre de 1849, encontramos que es un Partido con 167 años. Se podría decir que  este es  uno de los más antiguos del continente.

De igual manera, a lo largo de su historia el Partido Conservador colombiano ha padecido de profundas divisiones internas, algunas de ellas llenas de odio. Sin embargo, el resultado final siempre fue halagador teniendo en cuenta que durante el siglo XX se alcanzó la Presidencia de la República en quince ocasiones.

 

¿Por qué el Partido Conservador ha sido incapaz de llegar al poder en el siglo XXI?

Es evidente que desde el año 2002 con la llegada de Álvaro Uribe Vélez el Partido Conservador se convirtió en un apéndice del gobierno de turno sin presentar candidatos presidenciales. Se podría plantear que esa condición, la de ser apéndice del gobierno de turno, es una de las razones para explicar la crisis estructural en el presente.

Fue, precisamente, a partir del 2002 con la llegada de Uribe que comenzó la crisis de identidad doctrinaria del Partido teniendo en cuenta que tanto Uribe, como su sucesor Santos, llegaron al poder gracias al apoyo de los conservadores quienes se contentaron con ocupar cargos de segundo nivel en la administración pública.

La crisis estructural institucional se profundizó aún más con la reelección de Santos en el 2014. Con el agravante que se perdió la vocación de poder al impedir la postulación de un candidato presidencial.

¿Qué sucedió en la pasada convención nacional?

Se llegó en un ambiente de incertidumbre y de rebeldía teniendo en cuenta que la coalición que apoya al gobierno de Santos en cabeza del senador Roberto Gerlein se opuso a la candidatura de Martha Lucía Ramírez en el 2014 generando una profunda rechifla de las bases quienes deseaban un candidato propio.

Se comenta que el origen de la bochornosa rechifla en la convención a la Dra. Marta Lucía el domingo 27 de noviembre pasado tuvo su origen en el incidente inicial presentado en la pasada convención. Es decir que los áulicos del gobierno de Santos le pasaron la cuenta de cobro a quien además se convirtió en una destacada vocera del NO en el plebiscito del 2 de octubre.

No fue solamente ella quien tuvo que soportar el penoso espectáculo leyendo su lacónico discurso sin mirar al auditorio. Al representante David Barguill también lo abuchearon fuertemente. Le recriminaron no solamente su condición personal de ser yerno del ex presidente Cesar Gaviria Trujillo sino sus débiles e incoherentes posturas frente al acontecer nacional.

Vino el Dr. Alejandro Ordoñez quien en medio de los pitos enviados por las “bases” conservadoras de la bancada que representa al gobierno de Santos, logró plasmar sus pensamientos con respecto a lo que debería ser la posición frente al actual gobierno, la paz, la economía y la corrupción.

Los demás discursos con más pena que gloria ante un auditorio de convencionistas que estaban más interesados en el almuerzo, los viáticos y votar que en escuchar a los candidatos presidenciales e invitados especiales. Al final, ni siquiera Alvaro Leyva Durán pudo hablar.

La elección de un lánguido directorio nacional en manos de los representantes de la coalición a Santos donde 20, de los 21 miembros, hacen parte de ella.

Don Mariano Ospina sostenía que en Colombia existen tres clases de pobreza: mental, social y económica. Después, de ver el deplorable espectáculo de la pasada convención conservadora se podría concluir que el Partido Conservador padece de una pobreza mental infinita.

El solo hecho de que durante la pasada convención conservadora se negara una proposición con base en el artículo 42 de los estatutos del Partido Conservador el cual manifiesta que en su convención deben ser leídos y aprobados los principios de su doctrina es una muestra de ello.

La convención aplazó lo verdaderamente importante: la discusión sobre los temas nacionales como la paz, la economía a través de la reforma tributaria, las elecciones presidenciales 2018. Las directivas del partido prefirieron concentrarse en la elección material del directorio con el fin de obtener su botín burocrático y de mermelada presupuestal, claro está.

Finalmente, agradeciendo el espacio concedido por LOS IRREVERENTES, el error más llamativo consiste en el aspecto ético y moral en el cual cayó el Partido Conservador colombiano al apoyar a Santos, sobre todo en su segundo gobierno, debido a que este dejó de ser un gobierno liberal para pasar a ser un gobierno de tinte socialista con evidente descaro apropiándose del concepto de justicia, cooptando los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial para su propio beneficio convirtiéndose en la antítesis de lo que significa ser un buen conservador.

Los parlamentarios conservadores del 2016 no se destacan ni por su austeridad, ni son unas monjitas de la caridad. Más bien por su afán mercantil en pro de sus intereses personales están llevando al partido hacia una muerte indigna. Por lo anterior, el panorama para las elecciones presidenciales del 2018 es desalentador.