Margarita Restrepo: La venganza de una acomplejada

Con insultos y mentiras sobre el uribismo, ha tratado de construir lo que ella cree será una exitosa campaña presidencial.

Claudia López se abrió un espacio en la escena pública, repartiendo codazos y maltratando a quienes se le acercan. Hizo algo de fama durante el gobierno del presidente Uribe, elaborando tesis poco rigurosas sobre la llamada parapolítica.

Gracias por su formidable talento para insultar, fue despedida de forma vergonzosa del periódico El Tiempo, donde escribía semanalmente una columna. De allí salió debido a que los directivos del diario capitalino no quisieron seguir prestando sus páginas editoriales para que López calumniara a diestra y siniestra.

No sé cuántas causas penales se adelantan en contra de ella, todas por los delitos de calumnia e injuria. Sé que son muchas, más de una docena. Y aquello es prueba de que la precoz parlamentaria es buena para la vulgaridad y la mentira y bastante floja para la argumentación, el raciocinio y la sana crítica.

Pretende cubrir sus evidentes complejos con un ego monumental. Agrede, escupe toda suerte de improperios contra sus enemigos y cuando corresponde debatir, huye para evadir la controversia.

Con insultos y mentiras sobre el uribismo, ha tratado de construir lo que ella cree será una exitosa campaña presidencial. Se imagina, equivocadamente, que el pueblo colombiano depositará las riendas de la nación en manos de una persona hábil para insultar, pero bastante ineficiente para administrar, tal y como recientemente reveló el periodista Gustavo Rugeles en un artículo que pone de manifiesto cómo, siendo funcionaria distrital durante la primera alcaldía de Enrique Peñalosa, Claudia López fue sancionada por la contraloría por un detrimento de más de 100 millones de pesos.

Posa como la única adalid contra la corrupción. Ella, que en público ataca a Santos, pero en privado manda a sus electores a votar por él, como en efecto hizo durante la campaña reeleccionista de 2014.

Se trata de una mujer incapaz de plantear un argumento con serenidad y profundidad. Todas sus intervenciones comienzan y culminan a los trancazos. Sus alaridos descontrolados son causa de la contaminación auditiva que se experimenta en el Capitolio nacional.

Nadie juzga a Claudia López por sus inclinaciones personales ni por su código moral. Ella es libre de profesar cualquier creencia y de definir su sexualidad. Lo que no es admisible es que acuse de homofobia a quienes no estamos de acuerdo con su singular forma de vida.

Descubrimos que el mismo día en que el cuestionado secretario de la JEP, Néstor Raúl Correa, falsificó ante un grupo de periodistas una supuesta confesión del exministro del protección social, Diego Palacio, la senadora López estuvo almorzando con ese sujeto.

No son nuevas su injerencias en la administración de justicia. Durante la investigación de la parapolítica, López se inventó el cuento de los “resultados” atípicos para “probar” que muchos congresistas habían sellado pactos con estructuras paramilitares con fines electorales.

Esa tesis, absolutamente extravagante y carente de cualquier peso lógico, de manera absurda fue acogida por la justicia, particularmente por el tristemente célebre magistrado auxiliar Iván Velásquez.

Abundan en las redes sociales fotografías de la hoy congresista compartiendo en festines y convites con Velásquez. ¿Estaba celebrando con él los resultados contra parlamentarios que terminaron condenados con fundamento en la tesis de la “atipicidad” en las votaciones, que ella trazó?

Para nadie es un secreto que Claudia López está obsesionada con encarcelar al presidente Uribe. Su odio es absoluto e irracional. Genera toda la desconfianza que ella esté atendiendo reuniones con el secretario de JEP, quien además debe dar muchas explicaciones no solo de su comportamiento presente, sino de sus turbulentas andanzas del pasado.

Este episodio confirma nuestras sospechas sobre el verdadero alcance de la Justicia Especial de Paz, tribunal que fue diseñado para encarcelar a quienes enfrentaron al terrorismo y absolver a los que martirizaron al pueblo colombiano.

@MargaritaRepo

Publicado: abril 8 de 2017