Margarita Restrepo: La prueba reina

El abuso a los menores es una práctica habitual en las Farc. Todos los guerrilleros han violentado niños de Colombia.

Esta semana, el país se estremeció con la dolorosa noticia que daba cuenta de un hecho vergonzoso: un terrorista de las Farc violó a dos niños en una de las zonas de concentración que les fueron entregadas por el gobierno, para que vivan con total independencia y sin control por parte de las autoridades colombianas.

Fue gracias a la intervención de las Naciones Unidas que supimos del acto cometido por el salvaje que supuestamente emprendió la fuga, razón por la que aún no ha sido capturado.

Aquel doloroso hecho pone en evidencia una realidad que las Farc han negado de forma sistemática: la presencia masiva de menores de edad en sus filas.

Resulta inaceptable que el gobierno no haya hecho absolutamente nada para lograr que la banda comandada por Timochenko devuelva a la totalidad de los niños que fueron reclutados contra su voluntad. A pesar de que muchas voces hemos reclamado la liberación de los menores, en la Casa de Nariño han hecho oídos sordos frente a ese clamor.

Para Santos no resulta rentable políticamente que quede en evidencia que el grupo terrorista con el pactó cobardemente la entrega de la democracia colombiana, es responsable de la comisión de uno de los crímenes que más ofende a la humanidad: la esclavitud.

El reclutamiento de menores es la manifestación más abyecta de la esclavitud en los tiempos actuales. Es una tragedia de una magnitud incalculable y duele profundamente que en Colombia aún no hayamos hecho consciencia al respecto.

Si las tales zonas de concentración de las Farc son campamentos de “paz” vigilados por las Naciones Unidas, ¿cómo entender que allí haya presencia de menores? La ONU está en la obligación de reportar aquel hecho, pues se trata de un delito considerado de lesa humanidad. No es admisible que los veedores del pretendido proceso de desmovilización y supuesta entrega de armas, voltee la mirada ante una situación que comporta semejante gravedad.

El haber permitido la presencia de los dos menores en la zona de concentración de Vigía del Fuerte, en Antioquia, desembocó en la tragedia que hoy nos tiene consternados. Debe hacerse un examen minucioso de los menores y determinar exactamente qué les sucedió, pues no nos van a engañar diciéndonos que se trató de un simple “intento de violación”, para restarle importancia a la situación.

Está perfecta y detalladamente documentado que las Farc utilizaron a miles de niños, sin distingo de edad, como esclavos sexuales. A las niñas que violaban y dejaban en estado de embarazo, además les imponían un castigo ulterior: el aborto forzado. Esa es la catadura de los delincuentes con los que Santos negoció el futuro de Colombia. Todos esos delitos, quedarán impunes.

Ya estamos viendo que la falta de castigo, se convierte en un aliciente para delinquir. El guerrillero que cometió aquel acto de barbarie con los dos niños, lo hizo porque sabe que no le sucederá absolutamente nada, porque tiene en sus manos un cheque en blanco de impunidad que le ha extendido el gobierno de Juan Manuel Santos.

Que nadie se llame a engaños. Este no fue un caso aislado, ni un hecho fortuito. El abuso a los menores es una práctica habitual en las Farc. Desde Timochenko, hasta el más insignificante de los terroristas que integran esa banda, han violentado a los niños de Colombia.

@MargartiaRepo

Publicado: junio 10 de 2017