La justicia payasa

La justicia payasa

Por Ernesto Yamhure

Una fuente que me merece toda la credibilidad, me ha informado hace unas horas que la Fiscalía General de la Nación inició en 2017 una “investigación” en mi contra y en contra de algunos amigos con los que establecí un proyecto de emprendimiento empresarial en los Estados Unidos, por ¡enriquecimiento ilícito!

Voy a contar la historia, para que los lectores vean el nivel de estupidez al que ha llegado Colombia.

Corría el año 2014 y con un viejo amigo y compañero de estudios universitarios que vive en California, identificamos una oportunidad interesante para transportar entre Florida y aquel estado flores, vegetales y frutas.

Tanto él como yo, no teníamos experiencia en esa materia, razón por la que empezamos de ceros a estudiar el mercado y conocer los pormenores de la industria del transporte terrestre en los Estados Unidos. 

Cuando el proyecto estaba listo -en el papel-, arrancamos a tirar los números. Era necesario conseguir aportes de capital. Acudí a mi familia y a una amiga, la congresista Margarita Restrepo, a quienes les presenté el proyecto. 

Les pareció interesante y cada uno, en la medida de sus capacidades, invirtió en el mismo. 

Cuando estábamos avanzando en los detalles finales para empezar a trabajar, el exministro Andrés Felipe Arias llegó con su esposa e hijos a los Estados Unidos con el propósito de buscar asilo político. 

Arias, que es mi amigo, conoció lo que estábamos haciendo y dada sus circunstancias, los socios capitalistas y yo estuvimos de acuerdo con invitarlo a que, a cambio de su asesoría y apoyo, él y su esposa tuvieran una pequeña participación accionaria. El exministro no aportó ni un centavo al proyecto. 

La empresa empezó a funcionar a finales de 2014 con dos camiones comprados a crédito.

En junio de 2015, un columnista de El Espectador, Yoir Akerman, publicó una columna sobre nuestra empresa, tendiendo un manto de duda sobre la misma y cuestionándola precisamente por la presencia del exministro Arias quien en aquel momento estaba libre y con su proceso de asilo en marcha. 

El proyecto empresarial resultó un fracaso. Al decir popular: zapatero, a tus zapatos. Nos salió cara la inexperiencia y a finales de aquel año -2015-, nos vimos forzados a parar los dos camiones e iniciar el proceso de liquidación de la empresa.

Y en este punto, arranca la historia que es realmente estúpida. A la fiscalía de Colombia y a la corte suprema, llegaron sendos anónimos que recogían algunas -casi todas-  las inferencias de mala leche que Akerman plasmó en su columna de El Espectador. 

A la congresista Restrepo, la corte le abrió una investigación por supuesto enriquecimiento ilícito. Lo mismo pasó conmigo -no sé si con los demás socios ocurrió lo mismo-.

¿Enriquecimiento ilícito por una empresa que fue creada en los Estados Unidos, que funcionó en los Estados Unidos y que fracasó en los Estados Unidos y que no tuvo ninguna relación comercial con Colombia? 

¿Acaso la justicia colombiana tiene pruebas de algo irregular en una compañía que fue hecha con las uñas en territorio norteamericano y sobre la que no hay duda alguna sobre su legitimidad?

Parece un chiste, pero no lo es. ¿Entonces un anónimo manda una carta a la fiscalía inventándose que X persona asaltó un banco en Dinamarca y le van a abrir un proceso al X por hurto en Colombia? 

Pero lo que es peor: las cuentas de esa empresa son claras. Las pérdidas están perfectamente documentadas y, lo cierto es que además del dolor emocional que nos produjo el fracaso de ese proyecto al que tanto se le trabajó, se perdió el dinero que se invirtió en el mismo. 

Probado está que la justicia colombiana se ha prestado para hacer ajustes de orden político. Y no deja de ser preocupante la tramoya que hoy estoy narrando -que empezó a gestarse en el gobierno anterior-, pues “curiosamente” los involucrados en semejante estupidez somos todos uribistas y abiertos detractores de Juan Manuel Santos, sujeto bastante amigo de los montajes y las persecuciones. 

@ernestoyamhure

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