Gabriel Rodríguez: La gran revolución

Con Juan Manuel Santos (JMS) no solo se perdió la gran oportunidad histórica de hacer una paz bien hecha, concertada, con la participación de todos los colombianos, sino la de dar un gran salto hacia la necesaria “democracia orgánica”. Se esperaba siendo JMS un hombre venido de las mejores universidades del mundo, cunas de la democracia en occidente. Y sobre todo siendo Colombia la democracia más antigua de América.

Ya es el momento de pasar a un nuevo estadio de madurez política. Ya la vieja democracia representativa, la de los partidos políticos ha cumplido su misión, y debemos dar el salto hacia la madurez de lo que se llama la “Superdemocracia o democracia orgánica”.

Nuestra vieja democracia inorgánica, la de los partidos políticos está en vía de extinción, de allí los resultados en la consulta plebiscitaria pasada, cuando contra todo pronóstico gano el NO, contradiciendo lo que señalaban las encuestas. El pueblo se hastió de la clase política, por inoperante e ineficaz, por obsoleta y perniciosa, cuyas consecuencias estamos viendo hoy después de doscientos años de vida republicana. La clase política ha perdido toda credibilidad.

Con la aparición de las redes sociales en internet vamos camino a desprendernos de esa intermediación que hace la clase política entre el ciudadano y el Estado. Ha llegado el momento de darnos cuenta que no se necesita. Y que se puede tener una participación directa.

Plantean algunos filósofos políticos; que la democracia directa u orgánica contrasta con la democracia representativa o inorgánica, pues en la última el poder lo ejerce un pequeño grupo de representantes que manipulan al elector y se empoderan de sus decisiones.

No se necesita más, las gentes reclaman participación directa en las decisiones que le conciernen y tienen que ver con su destino. Las gentes no quieren más la manipulación a que los políticos la sometan. Las gentes se aburrieron ya de demagogias que además ocultan oscuros intereses.

Es por eso que jugara un papel crucial  la “democracia orgánica digital”, la que no necesitara mas ni siquiera de parlamentos, ni concejos, ni asambleas, o por lo menos conseguirá reformarlos profundamente, porque podrán participar directamente, a través de las redes digitales sin intermediario alguno.

Por eso en la búsqueda de la paz colombiana se ha perdido esta gran oportunidad a través de las consultas plebiscitarias y de los referéndums, de conciliar las diferencias e ir subsanando las viejas deudas que  tienen entre si los colombianos. A mí me parecía un gran adelanto democrático en ese sentido (aunque todavía le falta), los consejos comunitarios que hacia el presidente Uribe Vélez; las comunidades se sentían estimuladas, participando de las decisiones o por lo menos informándose de las decisiones que tomaban sus líderes.

@rodrigueztorice