Jaime Jaramillo Panesso: En defensa del «vos»

Jaime Jaramillo Panesso: En defensa del «vos»

El pueblo es la fuente de sabiduría que ha sabido alimentar los cambios de la historia y del lenguaje. Las Academias tienen como oficio recoger, pulir lo que el habla popular inventa, reinventa o construye para poder comunicar su entorno, su momento, su estado de ánimo, sus relaciones con los otros de su especie. La acción progresiva de los pueblos democratiza la sociedad y con ella el lenguaje. Eso ha ocurrido con palabras que se escriben igual, pero cuyo uso o contenido varía, tales como Señor, vos, etc.

El título de Señor encarnaba una connotación de persona superior en la escala social, antecedía al título de Conde, Duque o, en expresiones más complejas, Señor Dios. El aristócrata adquirió su poder por la propiedad de las tierras y por la nobleza de su sangre. El “Señor” representaba el Estado, su voz era norma o ley cuando su cargo era Rey. Después de las revoluciones en Inglaterra y particularmente en Francia, el pueblo asumió la soberanía con el calificativo de ciudadano y el Señor se aplicó a todos los habitantes, especialmente de los burgos.

Con el paso de los años aparece el título de Doctor que otorgan las universidades según el grado de sabiduría adquirido por la consagración al estudio y la investigación. Otros eran los títulos eclesiásticos como cura párroco, monseñor, obispo, arzobispo y otros por pertenecer al orden religioso y no al civil. EL pronombre “vos” era grandilocuente en el idioma español, mantuvo su uso en el reino original del castellano y era corriente en las obras de teatro y en la oratoria forense. El vos y el vosotros se utilizó por algunos oradores parlamentarios y aún está  en boca de algunos sacerdotes en los actos litúrgicos.

El uso ortodoxo de los dos pronombres resulta forzado tratándose de las conjugaciones derivadas, ya que en América Latina la usanza es de la palabra “ustedes” que reemplaza con sencillez y suficiencia al recargado “vosotros”. El pueblo, por otro lado, recogió el “vos” con minúscula  y lo puso a su servicio sin complicaciones, mientras los encopetados del idioma se daban un toque de “altura cultural” usando el Vos y el Vosotros en los parlamentos, congresos y semanas santas.

Cuando revisamos el mapa hispanoamericano encontramos lugares en donde el uso del vos es de la entraña popular y raíz del habla tradicional, novaciones establecidas por la vía coloquial: Buenos Aires, Montevideo, Costa Rica, la región paisa en Colombia. El voseo hace parte de la democratización de la ya perdida etapa histórica del castellano aristocratizante y su modulación por las comunidades regionales y populares. Sin embargo da grima que haya profesoras de “kínder” o educadoras de párvulos, primaria y maestros de otros niveles, enseñando a los niños que hablen fino, para lo cual nada más digno que el “tu”. Cambiarle a un antioqueño el uso del vos  es tan aberrante como cambiarle el uso del tu  a un  costeño por el voseo. Es una pedagogía artificial que proviene de las “deformaciones”  homogeneizadoras transnacionales. Son correcciones idiomáticas a las tradiciones culturales populares y nacionales. Obvio que existen otras causas que son de similar fuente como la TV y su novelística, por ejemplo. Pero perdemos una característica de nuestra regionalidad cultural.

El voseo nos hace fraternos en la conversación con otras comunidades humanas. Con el vos nació el tango a fines del siglo diez y nueve:”Percanta que me amuraste en lo mejor de mi vida…. sabiendo que te quería, que vos eras mi alegría y mi sueño abrazador”. Contiene, además, el invento de palabras para el diccionario lunfardo. Tomás Carrasquilla, maestro del idioma y del “antioqueñol” escribe: “Vos sos culebra echada gó qué demonios”, le dice Peralta al diablo en su obra “En la diestra de Dios Padre”. En “Aire de tango”, de Manuel Mejía Vallejo se plasman diálogos  como el siguiente: “¿Cómo te ganás la vida? – ¿Ganarla? Jamásmente. Yo vivo perdiendo la vida, ¿qué crees vos?

Darío Ruiz titula uno de sus mejores libros de cuentos “La ternura que tengo para vos”. Escritores uruguayos como Galeano y Benedetti ponen el vos en sus obras con mucha frecuencia. Así como no es de usanza el “vosotros” en Hispanoamérica, reemplazado por el “ustedes y usted”. Con ellos nos dirigimos a personas respetables o lejanas, mientras que con el voseo lo aplicamos a personas de confianza, familiares, amigos y parceros.

Defender el uso del vos es un rasgo cultural, formado en el trato verbal de los antioqueños originarios, en los pobladores rurales y urbanos, con oficios que nos dieron la idiosincrasia como los mineros, los arrieros, los sastres, los carpinteros, los zapateros, los escritores y rasgadores del tiple y la guitarra, los colonizadores de tierras vírgenes interiores y fundadores de nuevos pueblos. El vos es fraterno, confianzudo y simple. No ofende a nadie ni a los académicos. Conserva el vos que es nuestra voz.

Jaime Jaramillo Panesso

Publicado: septiembre 26 de 2017