¿Implosión democrática?

¿Implosión democrática?

Desde la maltrecha constitución política de 1991, esa constitución quedó mal hecha, que abrió el universo político colombiano, los partidos tradicionales no supieron acomodarse, adaptarse, a las nuevas o diferentes demandas de una población juvenil creciente que buscaba alternativas con el fin de identificarse con su mensaje.

En la práctica, desde el 2000 Álvaro Uribe Vélez viene gobernando Colombia gracias a las diferentes formas de su lucha que van desde Juan Manuel Santos, pasando por Iván Duque, ahora con Oscar Iván Zuluaga, sin encontrar mayor resistencia teniendo en cuenta que en un comienzo su discurso contra las FARC, más que su doctrina, llegó, caló, como una voz de esperanza en medio de su arremetida terrorista tanto urbana, como rural, quien le propinó un atentado en contra de su vida en las afueras de Barranquilla que por poco termina con su vida.

De paso: ¿Las FARC ya reconocieron a sus víctimas en la JEP dentro de las cuales debería estar AUV?

Se podría plantear que para el 2022, la implosión democrática que se está viviendo en Colombia corresponde la visión que nos entrega Duverger consistente en que los partidos políticos tradicionales, Conservador y Liberal, tienen más infraestructura que doctrina (Ver Duverger, 1951). 

Coloquialmente, más maquinaria que doctrina.

Por lo anterior, es imposible en la actualidad describir los mecanismos de comparación entre los partidos políticos porque cada uno de ellos tienen su propia dinámica, simbiosis, entregando su dinamismo interno que le ha permitido al CD, por ejemplo, ser un referente en la política colombiana.

La definición clásica nos invita a que un partido político es una agrupación de personas que profesan la misma doctrina política, escribía Benjamín Constain, en 1986.

¿Es el CD un partido político que reúne a una agrupación de personas con la misma doctrina?

A su vez, Duverger sostiene que los partidos políticos residen en su organización que tiende a convertirse en un elemento esencial de la acción, de su influencia y de su papel. Por momentos, su organización es más importante que su misma doctrina.

La falta de doctrina es una característica relevante en los más de 100 candidatos presidenciales. Reflejo de ello, son las famosas coaliciones que se han convertido en una compra de votos electorales camufladas donde no se presenta ni doctrina, ni maquinaria.

En este orden de ideas, me cuestiono si el mecanismo de las encuestas que designó a OIZ no corresponde más a la maquinaria de un partido, en este caso el CD, que a su doctrina. 

Me pregunto si ese mecanismo es abiertamente democrático.

Designación, por lo demás, que a nadie dejó contento, precisamente, porque su mecanismo no tiene nada de democrático. 

Creería que ni el mismo OIZ quedó contento con su designación.

El único que de verdad sí quedó contento fue el senador Macías a quien la salió la jugadita. El que sabe, sabe.

Tal parece que la designación de OIZ es otra decisión tomada, como muchas que ha tomado el CD últimamente, abiertamente contraria al sentir doctrinario del mismo.

Es muy curioso, por lo demás, que siempre las decisiones del COCE del CD en este sentido favorecen a la doctrina de centro izquierda del caviar, a la gauche du caviar e du champagne como decía Ravel, y no aquellos que defienden la democracia cristiana y conservadora como tal. 

¿Se inmoló el CD con la designación de OIZ?

Tal vez, al final, el único que sí tiene doctrina única y propia es Petro. Falta ver si tiene maquinaria.

Puntilla: Entonces, el general, retirado, Mora, estaba en mora de contarnos lo que pasó durante las negociaciones en La Habana bajo su silencio cómplice. También, podríamos plantearnos: ¿Dónde quedó la doctrina castrense después del proceso de paz con las FARC? 

Rafael Gómez Martínez

Publicado: noviembre 30 de 2021

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