El paseo de la complicidad

El paseo de la complicidad

La visita de Hollande a las Farc parece la de un cómplice y no la de un jefe de Estado.

 

Una de las grandes ventajas que la guerrilla de las Farc le tomó al Estado colombiano fue en el campo internacional, particularmente en Europa, continente en el que hace más de 25 años los terroristas pusieron en marcha, a través de la denominada Comisión InternacionalCOMINTERN– una muy eficaz ofensiva diplomática.

A través de ONG y organizaciones de fachada que se presentaban como instituciones culturales, la guerrilla estableció contacto con los gobiernos de diferentes países. Esa ofensiva se agudizó a partir de 2001 cuando el Consejo de la Unión Europea decidió agregar a las Farc en su lista de grupos terroristas la cual está integrada por 22 organizaciones entre las que también se encuentra el ELN.

Con ocasión de la inclusión de las Farc en dicha lista, el único país que se abstuvo de votar a favor de esa decisión fue Bélgica. De resto todos los demás Estados de la Unión Europea lo hicieron a favor.

Y precisamente en Bruselas se estableció una de las ONG que más influencia ejerció a favor de la guerrilla de las Farc. Se trata de la denominada Oidhaco, una institución que dedicó sus esfuerzos a la denuncia internacional contra miembros de la Fuerza Pública colombiana y, como es de suponer, el gobierno del expresidente Álvaro Uribe.

Suecia fue otro país que recibió con los brazos abiertos a los representantes de las Farc a quienes les concedió estatus de refugiados políticos. En Estocolmo a mediados de los años 90 se estableció la Asociación Jaime Pardo Leal una organización aparentemente cultural que en la práctica se encargó de articular la propaganda a favor de la guerrilla y trazar la línea de acción política para enfrentar la inclusión de las Farc en la lista de organizaciones terroristas. El canal de comunicación que se utilizó para ese propósito se llama Anncol.

El trabajo metódico y generosamente financiado con fondos públicos de distintos Estados facilitó que el discurso de la guerrilla penetrara sectores de la izquierda contestataria y radical europea y ésta, a su vez, se convirtió en altavoz de las supuestas demandas sociales y políticas de la guerrilla.

Francia no fue ajena a esa ofensiva. De hecho, los primeros guerrilleros que llegaron a Europa se establecieron en Paris, Madrid y Roma. Desde allí, paulatinamente se ampliaron los círculos de presencia terrorista cumpliendo una estrategia de expansión que planificó y controló minuto a minuto alias Raúl Reyes.

La cercanía de Francia con las Farc es anterior al secuestro de Íngrid Betancourt, pero fue a raíz de ese plagio que aquel país estrechó sus contactos con el grupo criminal. A través del diplomático Nöel Saez, el gobierno francés buscó la forma de lograr la liberación de su connacional al precio que fuera. Una vez Betancourt fue rescatada por el ejército colombiano, los franceses se olvidaron del drama de los secuestrados colombianos.

Hecho el anuncio de que el presidente François Hollande vendrá a Colombia para visitar uno de los campamentos de la guerrilla, muchos se preguntan por el propósito del viaje. ¿Viene a darle un saludo protocolario a los terroristas, o más bien acudirá a exigir en nombre de la cacareada comunidad internacional el resarcimiento de las víctimas?

Resulta indignante que el presidente de otro país acuda al campo de concentración en el que se encuentran terroristas que no han devuelto sus armas, que no han aclarado la situación de cientos de secuestrados y que aún mantienen niños reclutados forzosamente.

Francia, país que ha sufrido el rigor del terrorismo, no puede manejar un doble discurso. Verticalidad contra ese flagelo cuando su país y sus ciudadanos son víctimas y complicidad cuando la que padece la violencia es otra nación. Bienvenidos sean todos los que vengan a reclamar justicia y reparación a quienes sufrieron el sadismo de la guerrilla. Nadie se opondrá a la visita de dignatarios extranjeros con el propósito de exigir que la guerrilla diga la verdad sobre sus crímenes y entreguen todos bienes y dinero para la reparación de víctimas.

Lo contrario sería repetir la vergonzosa experiencia del Caguán cuando esa zona de distensión se convirtió en el recibidero de personalidades interesadas en retratarse con los peores criminales que ha tenido Colombia en toda su existencia.

@IrreverentesCol

Publicado: enero 12 de 2017