Ana María Abello: «El Nobel-ón»

Ana María Abello: «El Nobel-ón»

A pesar de hacer su mejor esfuerzo por no involucrar a Juan Manuel Santos, con sus declaraciones y confesiones en BluRadio, Roberto Prieto ratificó lo que se susurraba hace un tiempo: que la campaña de Santos fue infiltrada o penetrada – como le gusta decir a Santos – por la empresa brasilera Odebrecht.

El novelón en el que está metido el Nobel de Paz y algunos de sus colaboradores y funcionarios parece ser un refrito del escándalo en el que se vio envuelto el expresidente Ernesto Samper cuando reventó el famoso Proceso 8000 en los años noventa. Las similitudes son tantas que saltan a la vista, pero me gustaría concentrarme en algunas diferencias.

La campaña de Samper fue infiltrada por el Cartel de Cali. Sus dineros a la campaña samperista fueron entregados de manera clandestina y en efectivo. No existía una contabilidad que registrara las salidas de los bultos de dinero que sirvieran de prueba en las investigaciones. Nos enteramos del delito a través de grabaciones hechas públicas por Andrés Pastrana Arango después de que ganó Samper. Pastrana recibió los famosos narcocassettes antes de la segunda vuelta y se los hizo llegar al entonces presidente, Cesar Gaviria Trujillo, que a su vez se los entregó al Fiscal de la época, Gustavo de Greiff, que enterró la investigación aparentemente porque su hija Mónica de Greiff estaba vinculada a la campaña samperista.

En el caso de Odebrecht, Juan Manuel Santos se viene escudando detrás del argumento de que ésta era considerada una empresa pulcra hasta hace pocos meses cuando estalló el escándalo en Brasil que evidenció que esa empresa recurrió durante muchos años a la práctica de sobornar a gobernantes y/o funcionarios de varios países con el objetivo de lograr una ventaja en las licitaciones. Es cierto que para el ciudadano del común Odebrecht era una empresa ejemplar, pero aquellos gobernantes y/o funcionarios que fueron receptores de las ofertas de esos dineros conocían perfectamente bien de las malas prácticas de la empresa. En el mejor de los casos, esas personas que fueron objeto de oferta de sobornos pero no los recibieron estaban en la obligación legal de denunciarlo, pues la omisión de hacer la denuncia es de por sí un delito. En el caso de las personas que sucumbieron a la tentación de recibir el dinero, se convirtieron en coautores del delito de concierto para delinquir con un rosario de perlas tales como omisión de denuncia, peculado, falsedad, cohecho etc.

Otra diferencia radica en los medios de prueba. Hace más de 20 años para poder grabar a una persona en video o audio se necesitaba montar un operativo propio de James Bond. Hoy en día hay cámaras en todas las esquinas y con los celulares todos tenemos un dispositivo de espionaje al alcance de nuestras manos. No nos extrañemos cuando empiecen a emerger grabaciones que constaten las versiones de las personas que están denunciando, tales como Otto Bula, y Rodrigo Jaramillo Correa de Interbolsa. Jaramillo, en uso del principio de oportunidad, radicó una carta en la Fiscalía General de la Nación esta semana. En ella dice que, después de elegido Santos, Roberto Prieto le solicitó una reunión, la cual se dio, con el objetivo de “buscar fondos económicos adicionales para cubrir un déficit que resultó de la campaña”. A raíz de esa reunión, Jaramillo ordenó la transferencia de 150.000 dólares a Prieto. Cuando a Prieto le preguntaron en la entrevista radial si había recibido este dinero, lo negó vehementemente.

Cuando estalló el escándalo de Samper comenzaron a caer los intermediarios y los colaboradores. Cuando el turno fue para Fernando Botero Zea, en 1996, dijo en una entrevista con Yamid Amat que Samper sabía de los ingresos de los dineros de la mafia a la campaña. Pero cuando le preguntaron si él sabía, dijo que no. Ese fue el gran error que cometió Botero. Mezclar mentiras con verdades inexorablemente lo llevó a ser huésped ilustre de un centro de reclusión durante tres años en la Escuela de Caballería en Bogotá y a exiliarse posteriormente en México donde actualmente reside.

Prieto cometió el mismo error de mezclar verdades con mentiras, pero adrede, con el fin de salvar a su íntimo amigo Santos. Además, negar el dinero de Interbolsa, cuando evidentemente existen medios para probar la transferencia, también minará su credibilidad.

En la infiltración de los dineros de Samper quedaron pocos cabos sueltos. Pagaron los peones que lograron sobrevivir al episodio. En el caso de Santos, no tenemos manera de saber en qué va a terminar, pero, a diferencia del caso Samper, existen muchos más peones y muchos más medios de prueba. Esperemos que la Fiscalía obre con rapidez y transparencia.

P.D. Santos, que ahora también se cree fiscal, ya dijo que Santiago Rojas, actual Director de la DIAN no es responsable. Si Roberto Prieto no se despierta, pronto terminará siendo el nuevo Fernando Botero Zea.

@ANIABELLO_R

Publicado: marzo 17 de 2017