El fin de una fábula

El fin de una fábula

La Fiscalía debe citar al contador de la empresa de Springer, Víctor Hugo Mendoza para descubrir qué pasó con el dinero.

Aunque todo pareciera estar escrito o dicho en el caso de Natalia Springer, aún quedan algunos cabos sueltos que bien vale la pena observar pues ahí las autoridades podrán encontrar unas pistas importantes para esclarecer los verdaderos motivos por los que Eduardo Montealegre llenó de millones de pesos a la supuesta experta en investigación criminal.

La empresa

Cuando los periodistas cuestionaron los multimillonarios contratos que le asignó el exfiscal Eduardo Montealegre, tanto él como Springer aseguraron que la cuantía se justificaba porque ella tenía una nómina de expertos de primer nivel cuyos honorarios eran elevadísimos. LOS IRREVERENTES  pudieron confirmar que aquello no era cierto. La empresa de Springer no tenía una planta de sabios, ni mucho menos. Allí laboraban ella, sus dos hermanos: Juan Fernando y Ana María Lizarazo García, una secretaria y dos muchachos de universidad a los que se les pagaba el sueldo mínimo.

Cuando estalló el escándalo, se descubrió que el hijo del magistrado auxiliar Iván Velásquez, el abogado Víctor Javier Velásquez Ruiz integraba la junta directiva de la empresa de Springer, como constaba en el registro de la Cámara de Comercio.

En su momento, Velásquez negó ser parte de dicha junta directiva y off the record les dijo a algunos periodistas que no sabía porqué su nombre figuraba en la misma, lo cual develó que Springer, de forma abusiva y tal vez falsificando su firma, resolvió incluirlo. El asunto fue subsanado el 21 de septiembre de 2015, en pleno calor de la polémica, cuando a la Cámara de Comercio se allegó el “acta 06” de “Springer Von Schwarzenberg Consulting Services SAS” en la que Velásquez fue reemplazado por Víctor Hugo Mendoza Tovar, un administrador de sistemas e informática de la universidad Santo Tomás con maestría en administración de empresas.

LOS IRREVERENTES establecieron que Mendoza Tovar es un empleado de confianza de Springer que le colaboraba en asuntos contables y de sistemas en su empresa. Además, era la persona encargada de llevar los asientos contables de la compañía, razón por la que su nombre es de singular importancia en la investigación que adelanta la Fiscalía General de la Nación.

En efecto, el administrador Víctor Hugo Mendoza Tovar es la persona que podrá explicarle a la justicia qué pasó con los miles de millones de pesos que la Fiscalía le giró a la empresa de Springer, supuestamente para pagar los “importantes” asesores que tenía en su nómina.

Una exempleada de Springer que por obvias razones ha pedido que su identidad se mantenga en reserva le aseguró a LOS IRREVERENTES que la contabilidad de “Springer Von Schwarzenberg Consulting Services SAS” fue totalmente manipulada para poder desviar los dineros a las arcas personales de Natalia Springer y sus hermanos Juan Fernando y Ana María Lizarazo García.

La fuente, cuya identidad está plenamente establecida por los periodistas de este portal, insiste en afirmar que el primer paso que tiene que dar la fiscalía es el de vincular formalmente al proceso penal a Mendoza Tovar. “El tiene que contar porqué hubo tantos movimientos de dinero en efectivo en la oficina. Se generaban órdenes de pago ficticias, se retiraba el dinero en efectivo y nunca se supo cuál era el destino del mismo”, puntualizó.

De la fama al ostracismo

Gracias a la fantasía que Natalia Springer recreó entorno suyo, presentándose como una sofisticada analista preparada en las mejores universidades del planeta, todo esto acompañado de un supuesto abolengo que incluía sangre noble de las más rancias casas austriacas, a Springer se le abrieron las puertas de los principales medios de comunicación que al ficharla creyeron que tenían en su nómina a una mujer inigualable cuyo juicio y opiniones marcarían la pauta.

Así, Vicky Dávila –otrora mujer fuerte de la radio nacional- la convirtió en su mano derecha en La FM. Con el micrófono a su alcance, Springer se constituyó en una juez moral de la República que sin sonrojarse despotricaba y emitía condenas contra todo aquel que no compartiera su particularísima línea de pensamiento.

Su segunda gran vitrina fueron las páginas editoriales del diario El Tiempo. Cada lunes, en su columna, la reputada profesora tiraba línea sobre temas relacionados con asuntos humanitarios, la guerra, la paz, la justicia y, por supuesto, la política.

La suya, era la pluma más autorizada que tenía la oposición a la Seguridad Democrática. Los jefes de esa facción, activistas furiosos, encontraron en Springer la cara bonita para mostrar. Tenían en su bando -eso creían- a la nieta de una noble dama austriaca, educada bajo la tutela de exigentes institutrices alemanas y preparada espiritualmente por estudiosos jesuitas. Mejor imposible.

Hoy, sus antiguos “compañeros de causa” como León Valencia, Hollman Morris y la senadora Claudia Nayibe López la han dejado completamente sola. No la respaldan, no la defienden, no la justifican. Los que otrora la aplaudían y lisonjeaban, hoy se burlan de ella por la puesta en escena que hizo sobre su identidad, pues ellos que creyeron ciegamente en su historia de vida, aún no terminan de digerir el cuento que les metió: la Natalia real ni es Springer, ni es Von Schwarzenberg, ni tiene sangre azul corriendo por sus venas. Nada de eso. Es quizás aun mas humilde que ellos. Y como el cuento de hadas fue lo que los sedujo, la verdad los espantó. Ahora, caída en desgracia, Natalia Springer –Lizarazo es su verdadero apellido- tendrá que defenderse en solitario, repudiada por un país que no está dispuesto a tragarse los sapos de corrupción que se vivieron durante la era de Montealegre en la Fiscalía General de la Nación.

@IrreverentesCol

Publicado: Agosto 19 de 2016