El de las gafas

El de las gafas

¿A qué jugamos con el lenguaje corporal de las gafas?

La expresión hacerse el de las gafas corresponde a un colombianismo cuya interpretación o significado más común y corriente corresponde a: «me está debiendo una plata, pero se hace el de las gafas», es decir que una persona por ejemplo, le solicita un favor a otra persona, en este caso un préstamo de dinero así sea de forma verbal, pero al momento de cumplir con los términos acordados en ese contrato verbal, se hace el de las gafas, literalmente, incumpliendo su pago bajo cualquier pretexto.

Además dentro del lenguaje corporal en términos de una conversación el solo gesto de quitarse las gafas corresponde a una ganancia de tiempo o, en su defecto que está pidiendo un tiempo para estar en silencio. Cada gesto que se hace con las gafas demuestra algo de la contraparte, un lenguaje,  bien sea en nuestra autoestima o sociabilidad.

En una entrevista de trabajo, por ejemplo, si el entrevistado se quita las gafas demuestra su ansiedad. Al  contrario, si no lo hace demuestra su ansiedad ante una circunstancia determinada.

Cuando una persona te mira por encima de las gafas, es una manera indirecta de presentar una ofensa hacia la contraparte, como diciendo, usted de qué me habla.

Desde que apareció Santrich en la escena de los diálogos de La Habana, siempre se presenta una constante en su forma de presentarse ante la opinión publica. Usa lentes oscuros, gafas oscuras sumado a su pañolón de color rojo, por lo general. Ahora venimos a saber que ese pañolón corresponde a que es hincha del Junior. Lo de las gafas oscuras corresponde, al parecer, a una disminución progresiva de su agudeza visual, lo que hace que deba utilizar los lentes oscuros todo el tiempo.

Como bien se comenta, el uso de las gafas puede producir un lenguaje frente a la contra parte.

La primera de ellas se produjo cuando durante el primer dia de diálogos en La Habana, Santrich salía del brazo junto con su compañero de lucha Márquez. Al final del pasillo se encontraban los periodistas acreditados al evento. Al preguntarle sobre si existía la posibilidad de resarcir a las víctimas del conflicto, su respuesta quitándose las gafas aduciendo a un famoso bolero que se escucha en las tiendas de La Habana: Quizás, Quizás, Quizás.

De inmediato, el pueblo colombiano comenzó a reaccionar con idignación frente a la arrogancia con la cual tanto Márquez como Santrich, se estaban refiriendo a las víctimas del conflicto armado, las verdaderas víctimas no como se vino a saber después que las víctimas del conflicto armado serían las mismas Farc.

La arrogancia de Santrich continuó. Cuando fue detenido por agentes de la Fiscalía General de la Nación (FGN) por cuento de la negociación de unas cuantas toneladas de droga a los Estados Unidos, se hizo el de las gafas cuando le estaban leyendo su orden de captura. Solicitó una silla de ruedas, siempre con su pañolón de color rojo.

No contento con lo anterior, cuando salía de la FGN tras la orden de liberación por cuenta de la Corte Suprema de Justicia, tras uno de los episodios más vergonzosos de la justicia colombiana en todos sus frentes de lucha, Justicia Especial para la Paz, Consejo Nacional Electoral, todo en menos de 48 horas, vuelve aparecer Santrich con sus gafas negras, su silla de ruedas y demás atuendos característicos de los políticos de izquierda quienes a falta de ideas se dan a conocer por cuenta de sus atuendos.

Basta recordar a Piedad Cordoba con su turbante, a Iván Cepeda con su barba y su camisa, recientemente, a Claudia Nayibe quien a falta de ideas para Bogotá siempre sale con un foulard muy elegante y su saco verde.

Al parecer, el único momento en el cual Santrich no se estaba haciendo el de las gafas fue cuando estaba negociando el envío de droga a los Estados Unidos.

Me imagino que tampoco se hizo el de las gafas cuando recibió su primer cheque como congresista: mas de $14 millones por asistir a las pocas sesiones a las cuales tuvo acceso.

Es que yo con $14 millones de pesos en el bolsillo lo primero que haría sería ir al banco, cobrarlo en efectivo e irme de parranda con mis amigos Márquez y demás.

Entonces, nos daríamos de cuenta como dicen en Boyacá, que Santrich no solamente se hace el de las gafas, sino que además no estaba muerto, como cantaba Hector Lavoe. Estaba de parranda.

Podría asegurar que antes del comienzo de la próxima legislatura, Santrich aparece con sus gafas y un nuevo pañolón. Mirando por encima de las gafas y de reojo a ver quién embiste con alguna pregunta un poco comprometedora.

Pero, tarde o temprano, como decía un programa humorístico de la televisión colombiana, también caerás.

Por sus gafas, los conoceréis…

Puntilla: Mientras tanto, el general Mejía ratificado como embajador en Australia. Mientras tanto, Trump, no se hace el de las gafas, espera a que Santrich sea extraditado como lo fue el Chapo Guzmán.

@RaGomezMar

Publicado: julio 10 de 2019

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