José Jaime Uscátegui: El agujero negro de Bogotá

José Jaime Uscátegui: El agujero negro de Bogotá

El pasado 30 de agosto se conmemoró el día internacional contra la desaparición forzada, conforme a la Resolución A/RES/65/209 aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 21 de diciembre de 2010.

Si hay un delito más despreciable que el mismo secuestro, sin pretender “ranquear” el dolor de las víctimas, es precisamente la desaparición forzada en cuyos casos los familiares no tienen la más mínima idea del paradero de sus seres queridos y sufren la tortura diaria que produce esta situación.

Para nadie es un secreto que Bogotá concentra todo lo bueno y malo del país.  Tiene una cuarta parte de la población, del número de empresas, de la oferta educativa y cultural, pero al mismo tiempo, por ejemplo, acumula el 26% del total de desaparecidos de Colombia (SIRDEC, 2017).

Según cifras del “Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres” (SIRDEC) del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, en Bogotá actualmente hay un panorama de 22.635 personas desaparecidas, del total de 88.400 personas que están desaparecidas en todo el país.  Lo grave es que cada día están desapareciendo al menos 8 personas en promedio en la ciudad y cerca de la mitad son menores de edad.

Es la juventud el sector de la población más afectado por este flagelo en 2017, teniendo en cuenta que el 64% de las personas desparecidas, durante los primeros 6 meses de este año, tienen entre 12 y 28 años.

¿Qué esta pasando en la ciudad?  ¿Por qué las autoridades nacionales y distritales no encienden las alarmas frente a esta cruda realidad?  ¿Vamos a aceptar que Bogotá se convierta en un agujero negro en el que desaparezcan los ciudadanos y no se diga o haga nada al respecto?

Si bien es cierto que las localidades de Kennedy y Ciudad Bolívar son las más críticas por el alto número de personas desaparecidas, es el centro de Bogotá, compuesto por las localidades de Santa Fe, Los Mártires y La Candelaria, el lugar que concentra la mayor tasa de desaparecidos por cada 100.000 habitantes en toda la ciudad.  ¿Si sabemos dónde está el agujero negro porque tanta inactividad e indolencia?

También sobresale en los registros del SIRDEC que el 17% de los casos de desaparición en Bogotá durante el 2017 tienen como factor de vulnerabilidad asociado el consumo de sustancias psicoactivas (drogas, alcohol, etc.)  Nuevamente el veneno de las drogas hace de las suyas en nuestras ciudades y entre nuestros jóvenes y lo único que escuchamos de nuestros dirigentes son propuestas de legalización, como si eso resolviera el problema de fondo.

Son 6 las localidades donde han desapareciendo más menores de edad durante el año 2017:  San Cristóbal, Bosa, Engativá, Suba, Ciudad Bolívar y Kennedy.  ¿Están las autoridades encargadas de las políticas de infancia y adolescencia haciendo frente a esta problemática?

Para añadirle complejidad a este asunto, el 40% de las personas que desaparecieron durante el año 2017, luego de ser reportadas como tal, aparecieron con vida, y de ese porcentaje el 87% manifestó su ausencia voluntaria.  Esto denota una degradación familiar sin precedentes, concluyendo que la solución no sólo está en la esfera del Estado, sino de las mismas familias que se han convertido en escenario hostil para sus integrantes.

Imposible no pensar en la célebre frase de la serie del “Chapulín Colorado”: “Y ahora, ¿quién podrá defendernos?”.

@jjUscategui

Publicado: septiembre 4 de 2017