Francisco José Tamayo-Collins: Dosis personal y microtráfico

Francisco José Tamayo-Collins: Dosis personal y microtráfico

 De cada 345 toneladas de cocaína producidas en Colombia, 70 de ellas terminan en las “ollas” de las principales ciudades.

Si hay algo que caracteriza a la mayoría de los congresistas colombianos, es su ignorancia supina sobre las problemáticas profundas de nuestra sociedad. En la práctica, redactan leyes para un pueblo que no conocen.

Temas como la familia o el estado en que se encuentran millones de personas atrapadas por la droga y el alcohol, no es parte de su agenda. Sencillamente, porque no es rentable; es decir, para esa “élite” no es negocio hacer política en beneficio de la gente.

Como ejemplo de lo hasta aquí planteado, citemos un asunto que en la actualidad afecta gravemente a nuestra nación: el microtráfico.

Empecemos diciendo que de cada 345 toneladas de cocaína producidas en Colombia, 70 de ellas terminan siendo traficadas en las “ollas” y calles de las principales ciudades. En otras palabras, el 20% de la cocaína hecha en las selvas de nuestra patria, se está quedando en casa.

La triste realidad que viven miles de hogares azotados por este flagelo, supera con creces cualquier diagnóstico que presenten el gobierno o alguna de las instituciones del Estado que “está librando la guerra contra el narcotráfico”. Seamos sinceros: esas declaraciones oficiales son la máscara de una gran farsa.

¿Cómo creerles a nuestros insignes “padres de la patria”, cuando la dosis personal está legalizada, y en lugar de argumentos apoyados en las tragedias de miles de víctimas esclavizadas por la droga, lo que existe es un silencio cómplice? ¿Ser políticamente correcto significa darles gusto a los “librepensadores progresistas”?

Es hora de revisar esta postura. Para nadie es un secreto que el lucrativo mercado del tráfico de droga a pequeña escala, está disparado y es controlado por bandas organizadas, “amos y señores” en zonas de tolerancia, parques públicos, lugares de rumba, universidades y colegios.

Eso nos lleva a preguntamos lo siguiente: ¿la estrecha relación entre la industria criminal del microtráfico con el incremento explosivo de consumidores en Colombia seguirá pasando de agache? ¿Qué resultados concretos ha arrojado la legalización de la famosa dosis personal? Urge escuchar respuestas por parte de quienes impulsaron esta iniciativa en el Congreso, a propósito de la campaña que está por iniciar.

Señores candidatos, por favor abran los ojos: la inmensa mayoría de colombianos estamos  hartos de tanta “libertad”, en beneficio del microtráfico y el consumo de droga desmedidos. Recordemos que hace apenas unos años Colombia no era considerado un país consumidor; hoy sí lo es, y de qué manera.

Curioso: quienes hablan de “paz”, poco lo hacen de la situación derivada del consumo de drogas en nuestro país. Ojalá tengan presente que la tan “anhelada” paz,  sólo es posible cuando se estimulan los valores esenciales de la persona humana; no una perversa “tolerancia” que lo único que provoca es impedir la sana convivencia.

En los próximos meses, con seguridad varios políticos dirán que la solución de Colombia se apoya en una educación de calidad. Les planteamos una humilde inquietud: ¿Cuál educación de calidad puede haber en una sociedad que está invadida de droga? De todo corazón, antes de pensar en palabras bonitas, pensemos en soluciones reales.

¿Qué pueden decirnos al respecto los “juristas” que apoyaron en su momento al fallecido magistrado Carlos Gaviria Díaz? ¿Qué argumentos tienen en este momento Juan Manuel Galán, Humberto De la Calle, Gustavo Petro, Sergio Fajardo o Claudia López para continuar defendiendo la dosis personal? ¿Esa es una medida que sirve para combatir la monstruosa industria del microtráfico en Colombia? (Sería bueno que reconocieran que el problema del consumo, gracias a la legalización, se nos salió de las manos hace rato).

Con todo respeto: ¿A quién le importa que los expendedores de droga ya estén incrustados en los lugares menos pensados, y que un amplio número de sus “clientes”, apenas cuenten con edades entre los 8 y los 17 años? “Tapen, tapen, no digan nada…”, es lo que se oye decir cuando se pone el dedo en la llaga

¿Vamos a seguir desconociendo esta tragedia que carcome el futuro de nuestra nación?

@tamayocollins

Publicado: octubre 4 de 2017