Dadle un martillo, le urge romper una vitrina

Dadle un martillo, le urge romper una vitrina

La protesta por el asesinato de míster Floyd terminó como toda turbamulta, atrapando en gritería, puñetazos, vandalismo y ruina a ciudadanos como Usted o como yo, en una dinámica similar a la de Santiago, Quito o Bogotá, que probablemente se repetirá. Tanto en Norteamérica como en el sur, el disturbio civil callejero es un instrumento para arrinconar gobiernos y desbarajustar democracias. Las estrategias gramscianas son asimiladas por estudiosos, intelectuales y cuadros marxistas leninistas que se infiltran en el Estado y desde sus posiciones corroen la mente de desatentos o desinformados, desfiguran los símbolos institucionales y abonan el terreno para lo que llaman Resistencia o Levantamiento. A los jóvenes les inoculan breviarios habilidosamente escogidos entre Bakunin, Kropotkin, Proudhom, Mao, Che que proclaman la destrucción como instinto natural y justo; destrucción porque es la única manera de construir algo nuevo, fresco, mas justo; porque primero hay que destruir para después construir; porque el propósito es la destrucción de todas las cadenas que nos atan y porque la violencia es la partera de las nuevas sociedades. Para ejercitar esa doctrina, en los 70´s los comunistas utilizaron el “Mini Manual el guerrillero urbano” de Carlos Marighella; hoy, emplean el “Manual del terrorismo callejero”, “Defensa Popular”, “Sin Miedo” o “Black Bloc”, todos disponibles en la red. 

Motivados por esas consignas y después de consultar estos instructivos, jóvenes medioclasistas, saltan a la acción callejera. Las redes los interconectan e involucran en igualdad de sentimientos con una comunidad virtual que los ritualiza uniformándolos de negro, capucha, antifaz, gafas, tenis y mochila. Cabecillas entrenados y con experiencia, procedentes de otras ciudades o países, indican a dónde dirigirse, dónde reunirse, que vitrinas atacar, que oficina incendiar, cuándo y por donde huir. Los de la primera línea llevan cascos y escudos para protección contra los gases, las balas de goma, las aturdidoras y los garrotes de quienes se atreven a enfrentarlos. Los de la segunda línea devuelven los gases de la policía, lanzan piedras, papas explosivas, cohetes y molotovs. Y lo de la tercera, utilizan espejos y láseres para desorientar a las fuerzas del orden y a los helicópteros policiales. Como agua cibernética, son fluidos y ruedan adaptándose al entorno. Se proclaman anti fascistas, Antifa, una ramplona contradicción de términos.

La vitrina, ¡ah la vitrina!: dadme un martillo y le romperé una rodilla al gobierno.  Que gritería de placer desencadena el craqueo de los cristales rompiéndose en miles de fragmentos, abriéndose a la ratería colectiva en donde todos son responsables, luego nadie es culpable.  Y si algún camarada muere, es declarado “víctima inocente” y elevado al martirologio de la causa social. “La muerte se celebra”, como dice la senadora Cabal. Enjambres de bots con twitters, whatsapps, fake news, ayudan a sembrar la confusión y el caos. 

Ante este escenario, todos los miembros de la Reserva Activa deben conocer y entender los manuales citados para proveer con información oportuna y adecuada las autoridades.  Y ya que las armas de fuego están restringidas, un garrote de guayacán o un bastón extensible serán la mejor defensa, por ahora, de la vida y las propiedades frente a muchachos exacerbados por el estúpido rol destructivo-creador socialista. La turbulencia en USA pasará, Trump será reelecto y por acá en el sur seguiremos soportando las necedades de comunistoides mentecatos que insisten en llevarnos al dolor y a la miseria. Como en Venezuela.

@JohnMarulandaM

Publicado: junio 11 de 2020

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