Francisco José Tamayo Collins: ¿Continúa el atropello?

No fue suficiente acallar a los medios que respaldaron el NO, limitar los espacios de propaganda para quienes se opusieron (y se oponen) al mal Acuerdo de Paz firmado entre el gobierno y las Farc en Cartagena; repartir dinero de forma abundante, para comprar votos por el SÍ, a lo largo y ancho del país; presionar a los funcionarios públicos para que votaran por el SÍ, a cambio de mantener sus puestos oficiales, etc. No, para quienes fueron derrotados el pasado 2 de octubre, no fue suficiente todo esto, y tampoco fue claro el mensaje que trajo consigo la contundente derrota que recibieron en las urnas.

Ahora, tras el cuestionado Nobel de Paz 2016, quieren desconocer el plebiscito del 2 de octubre y organizar otra jornada electoral, a cualquier costo. ¡Por Dios bendito! Si las cortes atienden el berrinche de los áulicos, nos van a llevar a una sin salida. Que no se les ocurra pasar por encima de la voluntad popular, porque en ese caso, es mejor aceptar que en Colombia la democracia es una excusa…

No lo comprendo. Fue tranquilizador ver la reacción de los líderes de los diferentes sectores del espectro político, una vez conocidos los escrutinios del domingo antepasado, pues los pronunciamientos llamaban a la unidad, a escuchar a la oposición, a construir una verdadera paz, estable y duradera. En efecto, los días, 3, 4, 5 y 6 de octubre fueron positivos. El Palacio de Nariño abrió sus puertas para recibir a la Nación entera, y en especial a ese 50.22% que ganó los comicios plebiscitarios contra todos los pronósticos. Hasta ahí, todo normal. Pero desde el amanecer del día 7, con el anuncio noruego de la concesión del famoso galardón al presiente de Colombia, cambió el tono y volvió a subirse el poder a la cabeza: “… con el plebiscito, se perdió una pequeña batalla”, dijo el señor Santos a sus seguidores y amigos.

¿Se perdió una batalla? No me diga. Es decir, que el bullying electoral que recibió el NO, y la reacción masiva de la gente que nunca se dejó contar en las encuestas es una mera casualidad, un detallito más dentro de la historia colombiana; un traspiés que sufre el gobierno de la paz a medias, y por ende, urge buscarse una salida para imponer el mandato de las Farc, porque ese sigue siendo el mejor acuerdo posible. ¿En serio?

Bueno, en este festín de lo inverosímil en que se ha transformado nuestra realidad, superando cualquier registro anterior de realismo mágico, no está de más recordar que en ninguna parte del mundo se repiten elecciones porque a los que pierden, no les gusta el resultado… Eso no se ha visto todavía. Porque ello implicaría echar a la caneca la decisión soberana del constituyente primario; vale decir, sepultar sin honores, el principio rector de la vida en Democracia. ¿Será que no es claro eso para quienes hoy llevan las riendas del país?

Dado que los ojos del mundo están puestos encima de Colombia, y la paz no tiene reverso -en eso estamos de acuerdo- rogamos a los miembros del equipo negociador del gobierno atender las voces que desde el NO se han manifestado con la intención de mejorar los acuerdos, enmendar los vacíos jurídicos y políticos que de ellos se derivan y cerrar esta desgastante etapa de la vida nacional.

Comprendemos que para la cúpula de las Farc es muy difícil abandonar la vida burguesa de los últimos 4 años. Que ellos acepten que a nosotros nos importa un bledo lo que hagan con sus vidas, y que lo único que deseamos es que puedan administrar con prudencia, huyendo de la justicia global, el poderoso cartel de narcotráfico en el que se han convertido. Sí, ese es su destino. ¿Cómo negárselo?

Ningún ser humano racional, a no ser que tenga un fusil en la nuca, votaría por ellos. No les creemos ni una palabra de lo que dicen, los queremos fuera de Colombia y de la política. Mejor dicho: quédense en Cuba, con eso pueden disfrutar de ricos mojitos y sabrosos tabacos, mientras engordan plácidamente en Varadero. Bello final para su “revolución”.

Una última cuestión: no se preocupen por los 5700 guerrilleros rasos que conforman sus filas; jóvenes, casi niños, la inmensa mayoría de ellos. Quienes se acojan a la generosidad de la sociedad colombiana cambiarán su “arma de dotación” por un azadón, un libro o un instrumento musical: tendrán la oportunidad de reconstruir sus vidas, con el apoyo de la comunidad internacional, para salir de la selva opresora al mundo que merecen vivir en Libertad.

Con todo respeto: interesante la noticia del ABC de Madrid. La señora que anunció el Nobel de Paz este año, ¿se alcanzó a “enmermelar” las manos con petróleo colombiano? Si debemos quedarnos tranquilos con el tema de ideología  de género -enfoque o como deseen llamarlo-, ¿por qué uno de los postuladores principales de Santos para el Nobel, fue un congresista socialista noruego, insigne vocero LGBTI, reconocido por perseguir al cristianismo en su país?

“¡La gallina estaba clueca, puso un huevo y dijo “eureka”…!” (Les Luthiers).

@tamayocollins