Colombia requiere liderazgo

Colombia requiere liderazgo

Esta semana que termina será recordada como una de las más dramáticas y convulsionadas de los últimos años. Los colombianos fuimos testigos de varios hechos que describen a la perfección, la manera gobernar del presidente Duque. En la primera escena, vimos al ahora ex comisionado de paz Miguel Ceballos, jefe del equipo negociador del gobierno con el comité del paro, anunciar en una entrevista al diario El Tiempo su renuncia irrevocable al cargo. La noticia de la salida de este funcionario, por demás con una gestión para nada brillante, no hubiera trascendido, de no ser por los anuncios que hizo: supuestas desavenencias e inconformismo frente al papel que desempeña el Presidente Uribe, el apoyo irrestricto a la gestión del presidente Duque y, por sorprendente que parezca, su intención de encabezar un movimiento independiente para aspirar a la presidencia de la república el próximo año. 

Un segundo acto tuvo como escenario el puerto de Buenaventura y como protagonistas a dos viceministros del gobierno (uno de ellos ahora nuevo comisionado de paz) y al señor Ministro del Interior. Los dos primeros, firmaron un acta de concertación secreto, en el que el gobierno nacional entregaba al comité local del paro, entre otras tantas cesiones, la facultad de detener y verificar la carga de la totalidad de los vehículos que transitaran por ésta, una de las vías más importantes del país. Como era de esperarse, una vez se filtró  a los medios el contenido del acuerdo, el primero en pronunciarse fue el Presidente Uribe, quien alertó al país y al gobierno sobre las nefastas consecuencias que traería su aplicación. En efecto, se trataba de una abdicación del gobierno legítimo frente a los violentos.  El Ministro del Interior, despabilado por la noticia, desautorizó inmediatamente a sus subalternos, rechazó el contenido del acuerdo y devolvió la negociación a su estado inicial, es decir, a cero.

Ahora una última escena: la tragedia. Lo que ha sucedido en Cali, en el Valle del Cauca y en casi todo el suroccidente del país debe de llenarnos de profundo dolor y desconsuelo. Las redes sociales están llenas de imágenes de los duros enfrentamientos que se han presentado a plena luz del día durante toda la semana, de los ataques que civiles armados realizan de parte y parte, de los bloqueos que tiene prácticamente paralizada la sociedad y el sistema productivo de la ciudad y de la región, de vándalos que recorren las calles azotando la infraestructura pública y el comercio. Por su parte, como ha sido recurrente en estos 3 años, el gobierno nacional reaccionó tarde. Permitió que los líderes del paro establecieran los temas de la agenda y los tiempos de negociación, abandonó a su suerte a la ciudadanía, entregó la autoridad a pequeños grupos de encapuchados, que ante la debilidad de la institucionalidad, se dieron el lujo de establecer peajes urbanos, con horarios para entrar y salir de los barrios y sectores residenciales, en fin, en una semana eterna, donde el caos reinó, los afectados se cuentan en millones, los heridos en miles y los muertos en decenas.

Nunca antes se había sentido tanto la falta de autoridad del gobierno Duque, como en el actual momento. En  las crisis se conocen a los dirigentes y lo que ha pasado, desafortunadamente para nuestro país, es que la administración del presidente Duque, se ha visto superada por la contundencia de los hechos y los acontecimientos. Las principales ciudades del país, han sufrido la rudeza del paro más largo de los últimos años. La quiebra  económica y social que trajo consigo la pandemia y que nos tiene con los índices de pobreza y desempleo más altos de la historia, encontró el escenario perfecto para detonar: un gobierno débil sin margen de maniobra, con índices de aprobación por el suelo, sin credibilidad internacional y lo peor, sin recursos para atender oportunamente a los millones de colombianos que hacen parte de ese 45% de ciudadanos, que hoy se encuentran en la pobreza.

Esperamos, por el bien de Colombia, que el presidente Duque asuma, de una vez por todas y ahora más que nunca, su papel como jefe del estado. Que escuche las voces que le piden a gritos que, en el marco de la Constitución y la Ley, recupere y ejerza la autoridad, que devuelva a la gente el territorio, hoy en manos de una minoría, que actúe con contundencia contra quienes han arrodillado al estado, que devuelva a la ciudadanía la tranquilidad y que finalmente entienda, que el país real, ésta nueva realidad a la que nos enfrentamos, está más allá de las 4 paredes del Palacio de Nariño y del séquito de seguidores, esos de los que hacía parte el ex comisionado Ceballos, que le aplauden cerca al oído, para que no escuche la bomba social que le estalló al lado. 

@JcolmenaresE

Publicado: mayo 30 de 2021

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