Gabriel Rodríguez: Cerebro corrupto

  Sociedades como la colombiana donde la corrupción es una conducta aceptada, han producido extrema corrupción que hoy vive la nación.

La corrupción no es exclusiva de la especie humana, se conocen también conductas corruptas en mamíferos, en primates y hasta en insectos. Entre los humanos, no es exclusiva del sector público, ni del sector empresarial, sino de los seres humanos en general y sobre todo de la sociedad que a su medida la ejerce y la tolera. En conclusión se podría decir que lo que existe es una sociedad corrupta en la cual los seres humanos actúan con el permiso y la tolerancia de esta.

De por si el cerebro humano es corrupto, condición que le viene de su sentido de la supervivencia. El hombre en su estado primitivo lo es. Y es un comportamiento que le viene de su propia naturaleza porque primero piensa en el bien propio y después en el bien de los demás. Y a partir de esa premisa empieza a considerar reglas éticas y morales sobre el bien común. Pero este proceder salvaje y arcaico no es una excusa y por eso debe ser fortalecido con una intensa educación basada en valores que incentiven comportamientos donde prime el interés colectivo por encima del interés personal.

Sociedades como la colombiana donde la corrupción es una conducta aceptada, que no tiene ni el castigo ni la sanción social debida, han producido los altos niveles de corrupción que hoy vive la nación. Y que su epitome se produce  en lo sé llamo jurídicamente el proceso 8.000. Donde dineros del narcotráfico estuvieron involucrados en la campaña para la presidencia en 1.994, que eligió al nefasto Ernesto Samper. Cuya impunidad creó el grave precedente de catapultar la corrupción política a niveles intolerables. Y que hoy, 20 años después llega a su máximo esplendor con el tema de dineros mal habidos en el caso Odebrecht – Santos, para las campañas presidenciales que lo eligieron y reeligieron en 2.010 y 2.014. Pero lo vergonzoso de este caso es que se llega a conocer de él no por las investigaciones de las autoridades colombianas, sino porque  funcionarios de EE UU lo develaron. Y que parece poder quedar impune, y que de suceder así, agravaría aún más los ya insoportables niveles de corrupción.

Si no hay castigo, ni sanción social la corrupción puede convertirse en norma establecida. Tenemos que estar convencidos que la corrupción es un delito tan oprobioso como un homicidio.

En Colombia existe la Unidad Nacional de Protección, encargada de la seguridad y defensa de los ciudadanos que se atreven a develar a los corruptos. Muchas personas en privado critican la corrupción, pero no se atreven a pronunciarse públicamente sobre esta, para no ser tildados como cosa rara. La vigilancia de unos a otros logra conseguir de alguna manera cierto control sobre este flagelo, porque cuando las personas se sienten observadas reducen las acciones tramposas.

Por eso el Presidente Turbay insistía que la corrupción había que reducirlas a sus justas proporciones.

@rodrigueztorice

Publicado: marzo 23 de 2017