La farsa

La farsa

  El objetivo de Juan Manuel Santos era ganarse el Nobel de Paz e hizo hasta lo imposible por conseguirlo.

El Juan Manuel Santos que con gesto de hombre espiritualmente superior compareció en la alcaldía de Oslo para recibir el Nobel de Paz de manos de la vicepresidenta del comité que otorgó ese reconocimiento, la señora Beritt Reiss-Andersen, es un farsante en el estricto sentido que a ese vocablo le concede la Real Academia Española: “que finge lo que no es o no siente”.

Santos no ganó el Nobel: lo preconstituyó, lo ambientó, lo manipuló y al final logró que se lo concedieran.

Mirando en retrospectiva, la imagen no puede resultar más diáfana. Cuando empezaron los diálogos de manera pública con las Farc, la instalación de la mesa se hizo en Oslo. ¿Por qué en esa ciudad y no en La Habana donde físicamente iban a reunirse las delegaciones que representaban a Santos y a los terroristas?

A lo largo de los últimos 30 años Noruega no intervino ni cooperó con Colombia de manera determinante en la búsqueda de la paz negociada. De hecho fue otro país nórdico el que sí lo hizo: Suecia.

A través de ONGs defensoras de los Derechos Humanos, de su embajada en Bogotá y de la agencia de cooperación, el gobierno sueco promovió e impulsó de manera decidida la construcción de canales que condujeran a un diálogo de paz. Fue tal su compromiso con la paz de Colombia que, junto a Holanda, se unió financiera y logísticamente a la denominada Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la OEA, la cual prestó todo el apoyo al proceso de paz con las autodefensas.

Durante el proceso de paz de Pastrana, a Suecia fueron los delegados del gobierno y de las Farc. En Estocolmo funciona aún ANNCOL –Agencia de Noticias Nueva Colombia- que es la oficina de prensa, propaganda y divulgación de las Farc. En Suecia viven, en condición de refugiados políticos, diferentes voceros de la guerrilla, muchos de ellos miembros de la denominada COMINTERN ­–Comisión Internacional de las Farc-.

Tenía mucho más sentido que fuera Suecia y no Noruega el país acompañante. El conocimiento que Estocolmo tiene de las Farc es mucho más amplio y profundo que el que puede tener Oslo. Pero el detalle estaba en el Nobel.

Desde que se separaron a comienzos del siglo XX, Suecia y Noruega repartieron la entrega de los premios Nobel. En el primer país se entregan los de literatura, física, química, economía y medicina, mientras que en el segundo se entrega el de paz.

Entonces, además de inaugurar con bombos y platillos la mesa de diálogo en Oslo, Santos designó a ese país como acompañante del proceso.

Como es de suponer, antes de que empezara el proceso de paz con las Farc, el intercambio comercial entre Colombia y Noruega era realmente marginal. Pero de la noche a la mañana, la embajada de ese país en Bogotá empezó a promover misiones comerciales y a buscar nuevas oportunidades de negocios.

Y el resultado de esa ofensiva se tradujo, entre otras, en la entrega por parte de la Agencia Nacional de Hidrocarburos de dos bloques petrolíferos en el Caribe colombiano a la empresa petrolera estatal de Noruega, Statoil, compañía de la que coincidentemente fue directiva la actual presidenta del comité que selecciona el Nobel de Paz, la señora  Kacy Kullman-Five. (Sobre este caso, puede leer “No hay almuerzo gratis”).

El Nobel de Paz que en medio de las lágrimas de su hijo Martín recibió Juan Manuel Santos es el epílogo de una puesta en escena que tuvo bastantes segmentos. Santos lo quería y como su hoja de vida no está colmada de acciones a favor de la paz, se vio obligado a pagar por él.

Y Noruega, país que estaba excluido de los grandes conflictos mundiales, vio en la negociación de La Habana una oportunidad maravillosa de recuperar el protagonismo perdido.

Lo del pasado 10 de diciembre fue, en esencia, un gana-gana. Santos se pudo quedar con el Nobel que en franca lid jamás le habrían entregado por su participación en complots que buscaban derrocar gobiernos (puede leer “Cuando Santos se reunía con Castaño”) y por su falta de control respecto de las ejecuciones extrajudiciales que algunos miembros de las Fuerzas Militares cometieron mientras él era el ministro de Defensa de Colombia. Y por el otro lado, Noruega, gracias al proceso de paz Colombiano, tiene un nuevo ejemplo a su haber para mostrarse ante el concierto de las naciones como el país que tiene la capacidad de facilitar la paz en el mundo. (Sobre este tema, puede leer “El yo con yo de Noruega”).

@IrreverentesCol

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