71% de desaprobación

71% de desaprobación

Diferentes medios de comunicación publicaron la primera gran encuesta del 2020 realizada y financiada por la firma INVAMER. La medición realizada vía telefónica preguntó por la favorabilidad y percepción que tienen los encuestados sobre temas nacionales, alcaldes, personajes de la vida pública, y por supuesto, la opinión que tienen del gobierno del presidente Iván Duque.

El 71% de los encuestados desaprueba el desempeño del presidente Iván Duque, y solo el 23% lo aprueba.

Esta encuesta obliga hacer varias reflexiones y valoraciones.

Tener de contradictor en elecciones y en el ejercicio de gobierno a Gustavo Petro, no es algo deseable. Gustavo Petro, es un político irracional, irresponsable, populista e incendiario, agitador del odio y divisionista. Ese discurso le permitió conquistar el 43% de los votos en la segunda vuelta presidencial; más de ocho millones de votos. Eso indica que el gobierno de Duque inicio con una desfavorabilidad entre el 38% y 42% representados en el electorado de Petro.

La pregunta lógica y pertinente es: ¿Dónde está el 52% o 55% del electorado del candidato Duque? ¿Qué se ha hecho y qué no se ha hecho para perder la favorabilidad?

La base del electorado de Duque fue sin duda la militancia del Centro Democrático, el Uribismo. Esa base electoral se agrupa entorno a postulados ideológicos y políticos que debieron ser soporte del gobierno: seguridad, orden, confianza inversionista, atención social, dialogo popular, provida, porte de armas, y finalmente, lo que representó y simbolizó el No en el Plebiscito. Honrar y defender esos activos políticos e ideológicos representan en las encuestas popularidad, abandonarlos o relegarlos, deja a quien lo hace en el 71% de desfavorabilidad.

El primer gran error que genero una fisura en la imagen del presidente y la pérdida de confianza entre sus votantes fue la convocatoria a la Casa de Nariño a escasos 20 días de posesionado de las fuerzas políticas con Timochenko a bordo para promover la lucha anticorrupción. Ese acto de buena fe, de grandeza, de responsabilidad del presidente Iván Duque, fue interpretado para mal por su electorado e instrumentalizado también para mal por sus opositores. La foto de Duque extendiéndole la mano a Timochenko fue un mazazo prematuro que alimento debates innecesarios y conjeturas prematuras.

No tengo duda que el presidente Duque es un hombre responsable en la dirección de la economía del país, que piensa y gobierna sin mezquindades, obra pensando en el mañana de los colombianos de acuerdo con su visión universal la que ha permitido recuperar la confianza internacional que abre puertas a la inversión que representa generación de empleo e ingresos para miles de colombianos. También tengo la certeza que el presidente es un gobernante bien intencionado, inteligente, honrado y decente, valores que deberían ser recompensado con positivos resultados en las encuestas.

El presidente inicio su gobierno deshipotecando la relación de la presidencia con el Congreso de la Republica, las altas cortes, medios de comunicación y sectores influyentes que se habían acostumbrado al tarro de mermelada y a las relaciones contractuales para votar, elaborar opiniones, generar aplausos y respaldos.

Estamos en una etapa de la vida social donde el poder de las redes sociales, el mensaje instantáneo pesa y juegan para bien o para mal en la percepción e información de la gente. El mediatismo deforma el argumento, la razón y la verdad, para dar paso a las emociones, la subjetividad, y la manipulación. Alejarse de esa realidad para adoptar esquemas de comunicación diametralmente opuestos al consumo diario de la gente dificulta la sintonía con el ciudadano del común.  

Otra de las decisiones que cobra duro la encuesta es la apuesta casì total del gobierno por los gremios del país. El presidente Duque es tal vez quien más ha tenido relación con los gremios empresariales e industriales al participar de manera personal y activa en todos congresos, foros y reuniones asociativas, y en la participación directa de los gremios en el gabinete ministerial. Lo complejo de esa apuesta es que los gremios, industriales y empresarios piensan solo en sus intereses y en los números y no en la suerte del presidente. La vocación gobiernista, pusilánime y de abnegación por el poder de los gremios les impide defender un gobierno que se la juega por ellos.

En la otra orilla están los sectores populares, los de a pie, los sectores rurales. El gobierno implemento los “Talleres Construyendo País”, como mecanismo de diálogo directo con las regiones, con los de a pie, pero esos talleres no están teniendo los resultados ni el impacto que deberían tener porquè los canales de comunicación entre el gobernante y el gobernado han cambiado dramáticamente. Ya es “vox populi” que quienes intervienen en los talleres son seleccionados con anterioridad y su intervención es monitoreada; para confirmarlo solo se necesita medir las métricas de redes sociales, el rating de las trasmisiones televisivas o realizar encuestas posteriores a los talleres para corroborar que ese esquema no tienen los resultados esperados. Terminaron siendo los talleres de Karen Abudinen.

Otro de los vientos en contra son los gobiernos locales y regionales.    

Los alcaldes y gobernadores para evadir los temas locales y la solución de los problemas que tienen ciudades y departamentos alimentan su narrativa contra el gobierno nacional en discursos populistas, distractores, engañosos y construidos para trasladar la responsabilidad que le asiste a la figura presidencial. Todo gobernador y alcalde de ciudad capital se cree un candidato a la presidencia en potencia.

El presidente Duque debe revisar fundamentalmente la relación, dialogo y comunicación con la gente que vive la cotidianidad del país. Las regiones jugarían un papel fundamental en el segundo tiempo de su gobierno. Sería una apuesta poderosa acercarse de manera directa a ese poderoso sector de la población trasladando el gobierno nacional a los departamentos y municipios para romper la intermediación que impide el seguimiento, celeridad y cumplimiento de programas y obras a ejecutar en las regiones.

No caería mal y también sería una estrategia interesante que el presidente y su gobierno concentraran parte de la agenda en los temas de ciudad y del campo. Y cuando hago esta sugerencia es hacerlo en temas que aquejan y golpean diariamente la vida particular y colectiva de las familias colombianas. Esa gente sí que es grata y leal. No dudo que se la jugarían por la popularidad del presidente Duque.

@LaureanoTirado

Publicado: marzo 3 de 2020

2 comentarios

  1. Duque tiene su merecido por frágil y débil, voltear la espalda a sus electores resultó peor que la traición de Santos, desgraciadamente endosar los votos le ha salido costoso al presidente Uribe.

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